4 de junio de 2025

BASES NEUROFISIOLÓGICAS DE LOS PROCESOS COGNITIVOS.

Queremos exponer a rasgos generales cuáles son las bases neurofisiológicas de los procesos cognitivos mayormente implicados en nuestra investigación. Aunque en el punto sobre especialización hemisférica ya hemos tratado la atención, vamos a volver sobre este proceso, por una cuestión de organización en la exposición del tema.

 1. Atención.

 Según Luria (1979) el lóbulo frontal tiene un papel fundamental en el control voluntario de la atención. Este lóbulo tendría el papel de controlar la respuesta a estímulos autogenerados procedentes del sistema límbico (cuyas funciones principales son: la motivación por la preservación del organismo y la especie, la integración de la información genética y ambiental a través del aprendizaje, y la tarea de integrar nuestro medio interno con el externo antes de realizar una conducta), a estímulos visualmente guiados procedentes del lóbulo parietal, o a estímulos acústicamente orientados, procedentes de los lóbulos temporales.

Posner y Petersen (1990) propusieron un sistema de atención en el encéfalo separado anatómicamente de otros sistemas pero que interactúa con ellos para el control del procesamiento mental. Actualmente es controvertido si actúa como un sistema unificado en el control de todo el procesamiento de la atención. Las áreas corticales implicadas se encuentran en la corteza prefrontal y la circunvolución del cíngulo (cuerpo calloso) de los lóbulos frontales, los lóbulos parietales inferiores y la circunvolución temporal superior. Estas áreas forman parte de un circuito que conecta la formación reticular del tronco encefálico y el tálamo de la corteza cerebral.

De acuerdo con los circuitos propuestos por Mesulam (1990), la atención tiene, tal y como hemos descrito en el apartado de especialización hemisférica, un componente perceptivo, uno motor y otro límbico. De esta forma plantea otra hipótesis, fundamentada en las estructuras fisiológicas, en la que la atención depende de varios sistemas que se integran para lograr tanto la función de estado, como la atención selectiva.

El córtex cingulado anterior tiene probablemente un papel básico en la atención selectiva implicada en tareas atencionales guiadas por la motivación.

2. Percepción.

Dentro de este amplio campo vamos a desarrollar con mayor profundidad la percepción visual, que se ha investigado ampliamente, teniendo en cuenta también, que gran parte de la información que se transmite en una clase de danza, se hace a través de la vista.

Respecto a aspectos celulares básicos, decir que en el procesamiento visual existe una gran especificidad neuronal; hay neuronas que responden selectivamente a patrones faciales; algunas áreas del córtex estriado están especializadas en la percepción del color, otras en la orientación y la forma.

Las células del córtex estriado se pueden clasificar en simples y complejas; las simples actúan como detectores de líneas y de ejes de orientación particular y de localización; las complejas generalizan la detección de líneas y ejes para la percepción del objeto.

En cuanto a los componentes de la percepción visual, ésta puede ser subdividida en varios subprocesos: forma, color, profundidad, movimiento y textura. Estos distintos aspectos pueden ser procesados en paralelo. El sistema magnocelular es el responsable de aportar la información sobre el movimiento y la profundidad. Puede tener también una función global de interpretación espacial.

La selectividad del color del sistema parvocelular permite ver los contornos de los objetos, usando la información del color. Permite además analizar las escenas con mayor detalle. 

Centrándonos en el sistema visoespacial y visoperceptivo los estudios neurofisiológicos han revelado que existen al menos 20 áreas cerebrales relacionadas con la visión en los monos; probablemente en los humanos sean más.


Ungerleider y Mishkin (1982) propusieron un modelo que postulaba la existencia de dos sistemas corticales complejos de análisis visual. Ambos se originan y parten del córtex estriado occipital:

1. Una de las vías se dirige centralmente al lóbulo temporal y es esencial para el reconocimiento de los objetos. Por ello se denomina “Vía del QUE”.

2. La otra se dirige dorsolateralmente al lóbulo parietal y es crucial para la percepción espacial y la ejecución visomotora. Por ello se denomina “Vía del DÓNDE”.

En resumen, el córtex temporal inferior es parte de un sistema que se origina en el córtex estriado occipital y es necesario para el reconocimiento de objetos, mientras que el córtex parietal posterior es parte de un sistema que se origina también en el estriado occipital, y es necesario para apreciar la relación espacial entre los objetos (Desimone y Ungerleider, 1989).

Los estudios fisiológicos y conductuales indican que gran parte del procesamiento visual es secuencial y jerárquico. Las jerarquías suponen una progresiva transformación o elaboración de la información visual.

Respecto a la percepción espacial, (incluye espacio personal y espacio de alcance) De Renzi, (1982) sostiene que para este proceso interviene una amplia gama de capacidades. El sistema perceptivo visual procesa las características de forma, profundidad y figura/fondo, y también el detalle de las texturas de superficies y la orientación de líneas que forman parte de la percepción espacial. Otras aferencias de la percepción auditiva y táctil proporcionan claves sobre la posición de muchos elementos del ambiente.

La percepción de la posición relativa de las partes del cuerpo en el espacio se conoce como esquema corporal. En todo movimiento, la relación espacial entre las diferentes partes corporales está cambiando constantemente. Las aferencias sensoriales provenientes de los propioceptores en los músculos y las articulaciones, brindan información sobre la posición de las partes del cuerpo en cualquier movimiento. Esta aferencia propioceptiva en cada parte es integrada en la percepción espacial de todas las partes en el esquema corporal.

3. Memoria.

Del estudio del conjunto de lesiones capaces de producir amnesias en el hombre, se deduce que las estructuras más implicadas en la memoria son la formación hipocámpica (situada en el lóbulo temporal, en medio de cada hemisferio) y el diencéfalo (tálamo e hipotálamo). El hipocampo es la estructura relacionada de forma más directa.

El lóbulo frontal está también involucrado de forma más o menos directa en todo tipo de memoria: declarativa, procedimental, episódica o semántica. La evocación de información es también dependiente de la actividad de este lóbulo. 

El córtex frontal ventromedial, junto con el córtex temporal medial y el tálamo medial, constituyen un componente esencial en la Memoria a Largo Plazo (MLP). Otra posibilidad es que el lóbulo temporal medial y el tálamo trabajen conjuntamente para establecer la MLP y que las proyecciones al lóbulo frontal proporcionen la vía por la que las recolecciones de información se transformen en acción.

Además el córtex frontal ventromedial constituye un componente límbico talámico que puede estar muy ligado a la memoria (Petrides, 1989). El lóbulo frontal se ha relacionado también con la memoria de trabajo.

Veamos ahora un enfoque neuropsicológico sobre el funcionamiento de la memoria. Según exponen Junqué y Barroso (1995), las estructuras temporales son necesarias para archivar información declarativa y durante un tiempo para evocarla, pero la información declarativa consolidada acaba siendo independiente del hipocampo. Debemos tener presente que el destino final de toda la memoria consolidada es la corteza cerebral.

Cuando identificamos un simple objeto implicamos la participación de áreas corticales muy diversas. Así, en la percepción de un objeto participan el lóbulo occipital, para el procesamiento de características visuales elementales, el lóbulo temporal inferior, para el procesamiento de información relativa a su identidad física, la parte posterior del lóbulo temporal superior respecto a sus características conceptuales y, a la vez, el lóbulo parietal para el procesamiento de las características relativas a su situación espacial.

La memoria está pues localizada en el sentido de que diferentes partes del cerebro almacenan diferentes aspectos de la información, pero la memoria está también distribuida, en el sentido de que diferentes áreas de la corteza cerebral participan conjuntamente en la representación de los recuerdos.

Parece ser que durante el período de tiempo en que la información se transforma en memoria declarativa, los elementos que conforman los diferentes aspectos del recuerdo, convergen en el lóbulo temporal medial.

Existen mecanismos asociativos que utilizan uniones neuronales que responden únicamente a señales que se producen simultáneamente, e inducen la llamada potenciación a largo plazo. Mediante estos mecanismos la información puede ser almacenada en los respectivos lugares del neocórtex. Durante el tiempo en que el almacenaje persiste en el hipocampo, éste retiene la capacidad de reproducir, incluso a partir de pistas parciales, los componentes separados que en conjunto constituyen el recuerdo completo de la memoria. Cuando ha pasado un tiempo suficiente, el neocórtex puede recuperar la información sin que sea necesaria la participación del sistema de memorización límbico.

De esta manera la memoria y el aprendizaje en el hombre dependen de extensos almacenes de información asociativa contenidos en diferentes áreas neocorticales del cerebro. Asimismo hacen falta varias estructuras subcorticales y límbicas para operar con esta información.

Los ganglios basales (núcleos grises situados en la base del cerebro) juegan un papel importante en la codificación de información procedimental, así como en la automatización de los actos motores. Y es el lóbulo frontal el que contiene la información sobre esquemas complejos de acción.

 

Fuente bibliogràfica;
Optimización en Procesos Cognitivos, pag. 124 – 128.
Tesis doctoral presentada por:
Mª Isabel Megías Cuenca