MÚSICA APLICADA A LA DANZA
Se presenta la importancia de la música como
constante compañera en la carrera del bailarín. Unas veces uniéndose con ella,
otras como contrapunto, e incluso en su ausencia, el bailarín deberá sentir la
lógica del ritmo en coherencia con su movimiento. De todo ello habrá que tomar
conciencia de lo imprescindible para el desarrollo técnico y artístico del
bailarín.
Se trabajará la escucha, el reconocimiento de los
elementos básicos del lenguaje musical y la conexión entre la música y la
danza. Trabajaremos la comprensión e identificación de compases y nos
acercaremos a analizar una obra musical.
Taller de música aplicada a la danza
Se utilizará la percusión corporal e instrumentos de
pequeña percusión; así como la improvisación y la creatividad individual y en
grupo.
El taller supondrá un acercamiento a as herramientas
básicas para luego poder seguir profundizando en los procesos de análisis,
expresión y creación. Servirá para sensibilizar al alumno con el hecho sonoro y
profundización de la escucha. Reflexionar sobre la relación entre música y
danza:
Desarrollaremos el oído interno con el fin de
interiorizar y memorizar la música en todos sus parámetros.
Relacionaremos el hecho sonoro con el movimiento.
Analizaremos las características propias de cada
lenguaje, para que la fusión música- danza sea lo más profunda posible.
Diferenciaremos y utilizaremos las cualidades de la
música.
Conoceremos los elementos básicos del lenguaje
musical; para leer e interpretar una partitura a nivel elemental.
Desarrollaremos desde la práctica el estudio del
ritmo como elemento fundamental para la interpretación y la creación.
Desarrollaremos la práctica instrumental de conjunto
(percusión), la voz, la audición activa y la improvisación musical y de
movimiento, a nivel individual y grupal.
Vivenciaremos procesos de expresión y creación
compartidas.
Conoceremos algunas formas musicales bailables,
minuetto, polka, mazurca, plonesa, pavana, vals.
Audiciones y musicogramas.
Taller de música aplicada a la danza
La música y la danza son dos disciplinas distintas,
impartidas por profesionales especializados, que tienen objetivos y contenidos
diferenciados. Sin embargo ambas tienen numerosos aspectos en común, de los que
pueden beneficiarse mutuamente.
Autores de
reconocido prestigio en la pedagogía musical como Dalcroze y Orff, no conciben
la enseñanza musical si esta no va acompañada de movimiento.
Por su
parte, la música proporciona al bailarín o bailarina los elementos que necesita
para apoyarse, expresar y comunicar sentimientos.
Ambas
disciplinas poseen elementos comunes que permiten su conexión. Estos elementos
son:
1. El ritmo.
El ritmo
se puede definir como una organización temporal del sonido, que nos permite
predecir como van a ir apareciendo en lo sucesivo.
Los pasos
de danza tienen un ritmo interno propio. Este debe interactuar con el ritmo de
la música para poder coordinarse y conseguir una base firme en el movimiento.
Para los/as
bailarines/as el ritmo es una constante que proporciona la principal fuerza de
movimiento.
El ritmo
tiene dos componentes que son el pulso y el acento.
El pulso
es una percusión que se repite periódica y regularmente en una obra
musical.
En danza
constituye un latido que permanece siempre y que todo bailarín/a debe seguir
internamente, para evolucionar adecuadamente dentro de su desarrollo
coreográfico.
El
acento se define como la mayor
intensidad de una pulsación con respecto a otra y va a definir las diferentes
clases de ritmos.
En Danza,
el bailarín/a utiliza estos acentos musicales en correlación con los acentos
musculares, para marcar el impulso de salida de un movimiento, para fijar la posición
en el espacio en un punto culminante de la coreografía o para marcar el momento
final del movimiento.
2. El compás.
Es un
instrumento que permite ordenar los distintos ritmos naturales, con la
finalidad de hacer más fácil su lectura y ejecución. Existen distintos tipos de
compases según el acento base se repita cada dos, tres o cuatro pulsaciones.
En danza,
gran parte de la música que se utiliza para bailar es contada y el compás
musical nos indica cómo se debe contar la pieza que se está coreografiando o
interpretando. Así por ejemplo un compás binario se contaría “ un y dos y tres
y cuatro ….”. Un compás ternario sería por ejemplo “ 123, 223, 323, 423…”. Las
palabras que se utilicen en una frase de movimiento pueden ser diferentes (
1ya, 2ya, 3ya, 4ya…), pero la medida no varia.
3. El tempo.
Señala
aspectos relacionados con la rapidez, es decir, hace referencia al grado de
lentitud o velocidad con que deben ser marcados los tiempos de un compás. Para
ello se utiliza un vocabulario especial que permite calificar sus matices:
adagio, allegro etc.
En danza
los movimientos tienen también su propio tempo. El tempo de un movimiento
podemos sentirlo a través de la velocidad de su realización, la duración, el
intervalo entre dos acontecimientos, las pulsaciones, acentuaciones, silencios
y la intensidad de su ejecución.
Así
existen movimientos grandes y ligados que tienen un tempo lento o largo, y
otros movimientos que son más precisos y rápidos que se realizan tipo allegro.
Sin
embargo, cualquier variación o combinaciones de pasos, se pueden ejecutar a
diferentes velocidades (en función de las necesidades coreográficas), el
requisito indispensable es que vaya acoplado y coordinado con el tempo que la música
lleve.
4. Los matices.
Se define
como los diferentes contrastes que pueden aparecer en el transcurso de una
composición y que afectan a un fragmento de la misma en un momento determinado.
Hay dos
tipos de matices:
· Uno que
afecta al grado de rapidez o lentitud con el que se ejecuta determinado
fragmento o agógica y
· Otro que
afecta al grado de intensidad con que se ejecutaría determinado fragmento o
dinámica.
La acción
de la dinámica en la música viene dada
por la variación de los matices de fuerza, suavidad, gravedad o ligereza de los
sonidos, bien por transición o bien progresivamente.
En danza,
los grados de intensidad (altos y bajos) de la música, ayudan al bailarín/a a
la realización de una interpretación variada, no aburrida.
Se suelen
asociar determinados niveles de dinámica, con algunas variaciones o
combinaciones de movimiento. Por ejemplo los grandes saltos se asocian con una
dinámica fuerte.
Por otro
lado se puede asociar expresión de sentimientos a los diferentes tipos de
dinámica, por ejemplo una dinámica fuerte puede servir para expresar alegría.
La agógica
permite apreciar la duración con la que se ejecuta un fragmento musical (su
lentitud o rapidez).
En la
danza se suelen utilizar diferentes tipos de agógica:
- Hay pasos
que por sus características necesitan ralentizar o acelerar la música.
- Hay
momentos en los que las variaciones de movimientos, están constituidas por dos
partes bien diferenciadas que necesitan agógicas distintas.
- Por
último en el desarrollo de una coreografía se pueden alternar diferentes tipos
de agógicas, cambiando a más rápido o más lento en distintas ocasiones.
Con todo
lo expuesto podemos comprobar que existen muchos elementos de conexión entre la
música y la danza y no nos cabe duda de que la danza está íntimamente ligada a
la música, sin embargo la música para danza tiene un objetivo diferente al de
la música para un concierto.
La música
para concierto tiene como finalidad ser escuchada. La música para la danza
tiene como finalidad realzar el movimiento.
La
interacción entre los diferentes aspectos que tienen en común la música y la
danza, motivan al bailarín hacia la ejecución de los diferentes pasos y
estimula al espectador hacia el disfrute de lo que está percibiendo.