BASES ANATÓMICAS PARA EL APRENDIZAJE DE LA DANZA.
La danza es el Arte de la Expresión por el movimiento, y si queremos entenderla científicamente, también debemos indagar sobre cómo puede el cuerpo humano ser capaz de moverse como lo hace cuando “danza”.
Durante mucho tiempo la anatomía ha tenido como única preocupación, la descripción precisa de las estructuras del cuerpo humano, incluido el aparato locomotor. En este último caso se ignoraba su funcionamiento o se describía independientemente de la anatomía (Calais-Germain, 1990).
Sin embargo, al inicio del siglo XX, poco a poco las descripciones anatómicas concernientes al aparato locomotor se han ido complementando con la acción de los músculos y el funcionamiento de las articulaciones; aunque se permanecía en el campo de la fisiología analítica elemental. Poco a poco los biomecanicistas se han ido preocupando de la función del aparato locomotor. La fisioterapia ha permitido hacer una síntesis gracias a la descomposición de las cinesias en sus componentes neurofisiológicos y anatomecánicos.
El gran auge de las ciencias del deporte ha propiciado una ventaja a estos profesionales en la disposición de realizar trabajos ordenados, con la aplicación de análisis de movimientos, para así optimizar el rendimiento físico y prevenir lesiones; y ello se ha llegado a extrapolar a la danza. Uno de los pioneros en este campo en España ha sido el doctor Bosco Calvo, que lleva investigando más de 20 años en la medicina aplicada a la danza.
Según afirma el propio Bosco (2001) “Bailar bien depende sobre todo de la aptitud natural de uno, pero también del correcto desarrollo que consiga cada cual de esas condiciones innatas”.
Especialmente para profesionales, pero para cualquier estudiante de danza, es fundamental conocer cómo funciona su cuerpo, y moverlo buscando la armonía y evitando crispaciones, tensiones, y posturas incorrectas que puedan dificultar el movimiento o generar incluso problemas físicos y lesiones.
Por otro lado, “el aprendizaje de la danza, desde el punto de vista del alumno, necesita más información visual, verbal y práctica de cómo funciona su cuerpo, para hacer más fácil el hallazgo de la solución a sus conflictos posturales” (Bosco, 2001).
Esto significa que no solo el bailarín debe formarse al respecto, sino que en el propio sistema de enseñanza, se deben introducir, de forma transversal si se quiere, este tipo de conocimientos.
Por ello incluir el presente capítulo nos parece necesario, aunque aportemos información breve acerca del tema.
1. FUNDAMENTOS DEL MOVIMIENTO.
El primer aspecto importante que un bailarín debe conocer es la composición básica del instrumento que maneja, su cuerpo. Y dentro de los muchos componentes destacamos:
Los huesos. Son los anclajes de los músculos y las columnas de apoyo
del peso del cuerpo. En la mayoría de los huesos ocurre que sobre una matriz cartilaginosa se va formando hueso, es lo que se llama osificación. Cuando se osifica totalmente un hueso, cesa el crecimiento; en las mujeres ocurre a los 18 años y en los hombres a los 24 años aproximadamente.
Tipos de Huesos
Las articulaciones. Son la unión de dos o más huesos para permitir y controlar el movimiento.
Fisiología articular: Los extremos óseos de los huesos que articulan están recubiertos por el cartílago articular. Este cartílago no se nutre directamente de la sangre, sino que lo hace del líquido sinovial, embebiéndolo como una esponja. Por ello cuando movemos la articulación favorecemos que el cartílago se nutra de líquido sinovial, aumente así su espesor y con ello la protección del hueso.
La cápsula sinovial que envuelve los extremos óseos, posee
numerosas terminaciones nerviosas para captar los estiramientos y presiones que ocurren en la zona, transmitiéndolos al Sistema Nervioso Central.
Si se produce un estiramiento brusco y excesivo, la membrana sinovial reacciona segregando más líquido sinovial, que se reabsorbe muy lentamente, por lo que se hincha la articulación.
Los ligamentos son tejido conjuntivo fibroso resistente a la tracción,
por eso se sitúan uniendo los dos extremos óseos, reforzando la cápsula articular. Este refuerzo se hace para sujetar los huesos, pero también para limitar ciertos movimientos. Por eso los ligamentos no se pueden contraer, y tampoco estirar demasiado pues entonces no cumplirían su función. Durante el crecimiento, desde los 6 años a los 12, aproximadamente, se puede conseguir su mayor flexibilización.
Los músculos. Son nuestro tejido capaz de contraerse y por lo tanto de acercar o alejar dos huesos articulados, lo que produce el movimiento.
Fisiología de la contracción: los mensajes del cerebro llegan al músculo y allí provocan unos cambios eléctricos y químicos que producen el acercamiento de las estriaciones musculares. El resultado es que el origen y la inserción son traccionadas para aproximarse.
Los movimientos son una secuencia de estimulaciones nerviosas sobre grupos de músculos y de fibras musculares. La perfecta sincronización entre todas ellas da lugar a un movimiento fluido y con la apariencia de ligero y fácil.
Los tendones. Son como cables de fibras muy resistentes, que prolongan al músculo hasta su inserción en el hueso. Hay que tener en cuenta que la estructura flexible es el músculo; el tendón es la parte firme que “tira”, que arrastra el hueso.
2. ANATOMÍA HUMANA.
Para entender los fundamentos físicos del movimiento, y en concreto de la danza, tendríamos que conocer toda la anatomía del sistema locomotor. Sin embargo se escapa a nuestras pretensiones incluir una extensa descripción al respecto. Nuestra intención es enumerar aquellos elementos que nos parecen más importantes para un análisis del movimiento de la danza clásica.
2.1. Las piernas
En este apartado haremos un recorrido por los componentes anatómicos más interesantes desde el punto de vista del ballet. Primero lo haremos de las piernas, básicas para la danza:
Los huesos que las sustentan son:
La pelvis, como suelo del tronco y zona y centro del equilibrio.
Huesos del miembro inferior: coxal, fémur, rótula, tibia, peroné y huesos del pie.
Huesos del pie: astrágalo, calcáneo, escafoides, cuboides, cuñas, metatarsianos, falanges.
Huesos del pie
Las articulaciones de las piernas son:
La cadera: es la unión de la cabeza del fémur con el hueso coxal. Su estabilidad y la fuerza de su musculatura son necesarias para mantenerse en pie y para caminar. La cadera tiene diferentes posibilidades de movimiento:
o Flexión: el fémur y la pelvis se aproximan por delante.
o Extensión: el fémur y la pelvis se aproximan por detrás.
o Separación: el fémur se mueve al lado.
o Aproximación: el fémur se mueve hacia la línea media.
o Rotación externa: giro de la cadera hacia fuera (en dehors).
o Rotación interna; giro de la cadera hacia dentro.
o Circunducción: combinación de varios movimientos (en círculo).
La rodilla: la forman el extremo distal del fémur, el extremo proximal de la tibia y la rótula. Su estabilidad, débil desde el punto de vista óseo, está asegurada principalmente por los sistemas ligamentoso y muscular. La rodilla permite los siguientes movimientos:
o Flexión: doblar la rodilla.
o Extensión: la contracción del músculo cuadriceps tira de la rótula, ésta del tendón rotuliano que va a la tibia y como consecuencia se alinean el muslo y la pierna.
o Rotaciones: su mayor rotación se produce con la rodilla flexionada.
El tobillo: lo forman las superficies distales de la tibia por dentro y el peroné por fuera y el astrágalo, debajo de ellos. Sus posibles movimientos son:
o Flexión: cuando aproximamos el dorso del pie a la tibia.
o Extensión: cuando desciende el pie o se alejan dorso del pie y tibia.
Entre la musculatura más destacada mencionaremos:
o Musculatura de la cadera: glúteo mayor, glúteo mediano, glúteo menor, tensor de la fascia lata.
o Músculos del “dehors”: es el grupo de los rotadores externos profundos; están debajo del glúteo mayor y son el músculo piramidal, los géminos, obturadores y el cuadrado crural.
o Sartorio: músculo fino, largo y plano que cruza el muslo de arriba abajo.
o Psoas iliaco: se encuentra en la profundidad del abdomen, y ejerce su acción sobre las piernas. Son en realidad dos músculos que se unen antes de su inserción en el fémur.
o Músculos del muslo: cuadriceps (extensores de la rodilla), pectíneo, aductores (aproximadores), recto interno, isquiosurales (conocidos por isquiotibiales).
o Músculos de la pierna: gemelos, sóleo, poplíteo, tibial posterior, flexor largo del dedo gordo, flexor común de los dedos, tibial anterior, extensor común de los dedos, extensor del dedo gordo, peroneo lateral largo y corto.
o Músculos del pie: flexor corto de los dedos, lumbricales, interóseos, pedio, accesorio del flexor largo, fascia plantar superficial.
Musculatura de la cadera y del dehors
2.2. El tronco
Muchas veces se cae en el error de pensar que se baila con las piernas, pues son las que “nos llevan” y las que suelen realizar más variedad de movimientos. Sin embargo se baila con todo el cuerpo, y en concreto el tronco, y con él la espalda, son básicos para el control postural necesario en todo baile, y también por los movimientos que con el tronco se realizan.
A nivel óseo, el tronco está compuesto por la caja torácica, formada por las costillas y el esternón; y por la columna vertebral, que a su vez se compone
por diferentes tipos de vértebras, según la zona, y por discos intervertebrales. Las articulaciones de la columna van a permitirle una movilidad a la espalda que para muchos estilos de baile, especialmente el contemporáneo, es fundamental. Puede efectuar movimientos curvos, comparables a los de una serpiente, debido a sus 26 niveles de articulación, además de las consideradas propiamente articulaciones: la articulación lumbosacra y la sacroiliaca.
Los movimientos que permite la columna son la flexión, la extensión, la inclinación lateral y las rotaciones. Además el tronco es capaz de alinear los segmentos vertebrales y de estabilizarlos, tanto en posición estática, como sobre todo, al sostener peso.
En cuanto a la musculatura del tronco tendríamos:
Los músculos dorsales: erector espinal, formado por el epiespinoso, el transverso-espinoso, el dorsal largo y el iliocostal.
Los músculos del tórax: serratos menores posteriores, intercostales externos e internos.
Los músculos del abdomen: transverso del abdomen, oblicuo menor, oblicuo mayor, recto anterior del abdomen, cuadrado lumbar y el diafragma.
Musculatura del tronco
2.3. Los brazos
Por supuesto los brazos, aunque tienen menos posibilidades de movimiento de forma aislada, son un acompañamiento necesario para que cada paso de baile esté equilibrado; además son una fuente de impulso para giros, desplazamientos y saltos, incluso manteniéndose fijos en una posición. Por ello no podemos dejar de conocer su composición.
Los huesos que los componen son:
La clavícula, que da estabilidad al articularse entre la escápula y el esternón.
El húmero, que es el hueso largo del brazo.
El cubito y el radio, que además de con el húmero, se articulan entre sí para permitir el giro del antebrazo.
La mano contiene dos filas de huesecillos con base convexa, una fila de cinco metacarpianos alargados y los dedos (formados por las falanges).
La articulación más importante de los miembros superiores es el hombro, que es la articulación más móvil del cuerpo. El codo permite al miembro superior que se pueda doblar o estirarse, multiplicando las posibilidades de orientación
de la mano en el espacio. También es el centro de los movimientos que permiten al antebrazo girar sobre su eje, movimientos que aumentan aún más las posibilidades de la mano.
Los músculos que más implicados se ven en los movimientos de la danza son los músculos de hombro: trapecio, dorsal ancho, pectoral mayor, pectoral menor y el serrato anterior (muy importante en la danza pues permite fijar el hombro para mover mejor los brazos y mejorar la respiración).
3. DANZA Y ANATOMÍA
Una vez conocida la anatomía del aparato locomotor, vamos a centrarnos en el estudio de cómo nos movemos y cómo producimos el movimiento en cada zona. La disciplina que se encarga de dicho estudio es la Kinesiología.
El estudio kinesiológico será diferente según el estilo de baile. La diferencia kinesiológica entre cada tipo de danza (clásica contemporánea, flamenco, moderno, bailes de salón, …), es más manifiesta cuando se considera la diferente atracción que tiene cada una con la fuerza de la gravedad.
En concreto en la danza clásica hay un continuo “hacia arriba”; se buscan movimientos estilizados, expansión hacia fuera de los ejes corporales, saltos, rotación hacia fuera de la cadera, puntas…; parece una constante lucha contra la gravedad, buscando el equilibrio, pensando siempre en alargar hacia arriba, en a penas tocar el suelo.
En la danza contemporánea, en cambio, se juega con la gravedad buscando en muchas ocasiones la “tierra”, el movimiento en el suelo, aunque también se alterna el arriba/abajo con el abajo/arriba.
Nosotros nos ceñiremos a la danza clásica.
3.1. La colocación
Para conseguir una adecuada colocación que facilite cualquier movimiento, debe partirse de un buen alineamiento corporal. Hay que considerar 3 ejes:
• El eje vertical: desde la coronilla, pasando por el ombligo, pubis y cayendo en el punto medio entre los talones. Si el apoyo es con una pierna, el eje que pasa por el centro de gravedad debe caer dentro del área de sustentación del pie.
• El eje transverso superior: línea horizontal entre ambos hombros.
• El eje transverso pélvico: línea horizontal entre ambas crestas ilíacas.
El punto crítico para lograr la adecuada colocación la constituye la pelvis, que no debe inclinarse, pero sobre todo nunca debe estar “basculada” por delante o detrás. Deben alinearse la Espina EIAS y el pubis.
El centro básico para lograr esta alineación es la zona que abarca desde el ombligo hasta el pubis. Trabajar esta zona, localizándola y manteniéndola activa permitirá sujetar la pelvis sin bloquear la respiración, ni los movimientos de brazos (cosa que puede ocurrir con la clásica instrucción “meter la tripa”).
La columna debe permanecer alargada y ensanchada entre los omóplatos, sin sacar pecho y sin aumentar la caja torácica. Se consigue mejor con los músculos anchos de la espalda (trapecio y dorsal ancho), trabajándolos en alargamiento sobre sus ejes y por la acción fundamental del Serrato Anterior Mayor.
Para que el hombro y los brazos muevan libremente hay que sujetar bien los omóplatos, pegándolos a las costillas y luego separándolos hacia los lados. Este punto entre los omóplatos es especial para el control de los giros.
Los pies reciben la carga y la reparten entre talón, calcáneo y las cabezas del 1º y 5º dedo. No deben estar contraídos, pero tampoco relajados, manteniéndose preparados para el cambio de peso.
En los cambios de peso se debe repartir el peso un poco más sobre la parte anterior del pie, para facilitar el trabajo de la musculatura posterior. La pierna de apoyo debe poder levantar el talón, llevando el peso a los dedos, pues si no es así hay motivos de hipertrofia de los muslos.
3.2. Fundamentos básicos de la técnica clásica
El eje corporal es un factor imprescindible para poder obtener el dominio del equilibrio en cualquier estilo danzado, poniendo en funcionamiento toda nuestra musculatura, dentro de una equilibrada forma
conjunta de Resistencia-Relajación. Un eje corporal incorrecto provocará una tensión muscular y bloqueo constante que incidirá principalmente en la zona superior del torso y cuello.
Para la búsqueda de un eje correcto hemos de buscar en la región inferior del tronco, donde la musculatura profunda, corta y muy potente, ejercerá la función de “enganche”, sujeción y resistencia. Los músculos abdominales ejercerán su control equilibrando la cadera y sosteniendo la caja torácica. Los glúteos y el cuadrado lumbar, en conjunción con el psoas, complementarán este trabajo. La fuerza de Elevación-Resistencia será siempre transmitida desde la parte anterior a la posterior.
El trabajo de elevación es básico para poder liberar las piernas del peso en la ejecución del movimiento. Esta técnica debe ser iniciada en la “barra”, procurando en cada ejercicio elevar constantemente el apoyo de la pierna soporte, sintiendo el alargamiento muscular y la falta de peso en la misma.
Esta constante será acompañada en la técnica clásica por el movimiento de rotación de piernas “en dehors”, que se iniciará desde la cadera y progresivamente irá colocando el resto de la pierna hasta el apoyo plantar del pie.
La cualidad del movimiento que exigen los diferentes tempos musicales utilizados en el ballet, determinan enormemente las zonas corporales que se ven más comprometidas.
Así en el ADAGIO, en el que se van enlazando movimientos lentos, la pierna soporte ha de tener una gran resistencia y el equilibrio será imprescindible, además de la coordinación entre los movimientos de los brazos- cabeza entre sí y con las extremidades inferiores.
El ALLEGRO requiere una buena reacción muscular y fondo físico. Se debe ofrecer una imagen de ligereza de movimientos e ingravidez. En este tempo serán las zonas aductoras y dorsales, así como la zona del torso entre omóplatos donde existirá un marcado protagonismo.
El GIRO (piruetas) suele realizarse sobre una base mínima, normalmente media punta o punta, por lo que metatarsianos y dedos se reparten la carga del peso corporal. Para controlar el giro es fundamental mantener el “en hedor” y la elevación muscular. También es necesario el control torácico en toda su estructura.
3.3. El “en dehors”
Se trata de la rotación externa de la cadera que se continúa en todo el miembro inferior (rodilla, piernas y pies). Supone una puesta en tensión de los ligamentos de la parte anterior de la cadera, lo que implica un esfuerzo para el correcto mantenimiento de la pelvis. Siempre se ha considerado que esta rotación es de 90º, pero según los diferentes cuerpos, llegar a esta abertura puede ser resultado de un trabajo forzado que supone un peligro y posible fuente de lesiones.
Cuanta más rotación externa haya en la cadera, la pierna puede ascender más, ya que el choque entre el cuello del fémur y el reborde de la cavidad cotiloidea de la pelvis se produce más tarde.
Existen varios factores que condicionan el dehors:
• La forma de los huesos de la cadera (fémur y coxal): la orientación de la cavidad cotiloidea en la pelvis para recibir al fémur; un fémur poco angulado hacia delante (provoca una rotación externa natural).
• La flexibilidad de las articulaciones (cadera, rodilla, tobillo y pie): los ligamentos iliofemoral y pubofemoral pueden limitar más o menos los movimientos de la cadera.
Hay que tener en cuenta que en edades tempranas se pueden flexibilizar estos ligamentos, aunque a partir de los 12-14 años esta capacidad disminuye.
• El trabajo muscular para girar el fémur: hay que procurar implicar tanto a los músculos agonistas de este movimiento (rotadores externos profundos), como a los sinergitas (glúteos mayores, aductores, sartorio, psoas ilíaco, bíceps femoral, perineos largo y corto…), que ayudan a la acción, pero no es su principal misión. El utilizar sólo los segundos puede incluso entorpecer o provocar movimientos densos, rígidos y agotadores.
Cuando se realiza un trabajo correcto del dehors, no produce lesiones y facilita el tipo de movimientos de la danza clásica. Para ello hay que trabajar un buen alineamiento, dentro de las posibilidades de cada uno. Aunque no se llegue a la apertura completa (90º) hay que hacer coincidir la línea rótula-- segundo dedo del pie. Si la cadera y el pie están alineados correctamente, la rodilla está protegida. Si la abertura del dehors se obtiene en la cadera, la musculatura logra su máximo rendimiento sin sobrecargas.
Las lesiones aparecen cuando hay poca rotación externa de cadera y se fuerzan otras estructuras que no están preparadas (rodilla y tobillo no admiten bien el forzado en dehors).
3.4. El plié
El plié supone una flexión de la rodilla, manteniendo el alineamiento entre pelvis, cadera, rodilla y pie. Es como un plegamiento hacia el suelo siguiendo el eje de la fuerza de gravedad. Los pliés amortiguan las fuerzas de las caídas de saltos.
Las estructuras elásticas que lo hacen posible son:
• El estiramiento de los gemelos/sóleo
• El estiramiento del cuádriceps y los glúteos
• El estiramiento de los aductores en las posiciones abiertas.
Con el plié se flexibilizan estos grupos musculares y aumenta su fuerza excéntrica para la contracción. En este importante movimiento hay que evitar, para prevenir lesiones, además de para lograr los objetivos que acabamos de mencionar:
• Llevar el peso al primer dedo (pronación o “volcar los pies”).
• Sentarse en la profundidad del plié, pues se aumenta la sobrecarga de las rodillas.
• Levantar los talones del suelo antes de llegar a nuestro límite de bajada, ya que se contraen los gemelos en acortamiento, con la consiguiente tendencia a la hipertrofia.
• Forzar más apertura cuando se está flexionado, adelantando los talones para incrementar el dehors.
Así mismo el movimiento del plié debe seguir un ritmo continuado, sin cortes ni colapsos, desde que se flexiona, hasta que se vuelve a estirar, pues podría provocar una contracción muscular. La columna vertebral deberá alargarse verticalmente a medida que se desciende y los hombros y clavícula se alargarán horizontalmente.
3.5. Los brazos
Como ya hemos dicho anteriormente los brazos cumplen una importante función en la danza: aumentan el equilibrio estando colocados, dirigen determinados movimientos y aumentan la especialidad del gesto.
La coordinación de los brazos con las piernas y el cuerpo es difícil; si expresan excesiva fuerza es por falta de resistencia desde el tronco; si no se coordina con la respiración, el movimiento de brazos aparece como algo “pegado”, poco orgánico.
El port de bras debe nacer bajo la axila y desarrollarse hasta la yema de los dedos (movimiento completo, en conjunto con el cuerpo). Al coordinarla con la respiración se sujetarán mejor los omóplatos.
Kinesiológicamente debemos conocer:
- El mantenimiento de los brazos a la segunda (brazos alargados a los lados), es una contracción isométrica.
- La elevación de los brazos es obra del trapecio. El rendimiento de este músculo se verá afectado por la colocación previa de la cabeza.
- El apoyo de la posición de brazos ocurre por los músculos que fijan los omóplatos al tórax y que a la vez separan ambos omóplatos.
4. CONCLUSIONES
Para concluir este capítulo, nos queda insistir en la importancia de fomentar en la enseñanza de la danza, el conocimiento básico del cuerpo, su funcionamiento en el movimiento, insistiendo en aquellos aspectos que mal trabajados pueden generar lesiones y limitar la propia danza.
Además el conocer el trabajo anatómico que facilita la técnica clásica, ayudará a los alumnos a crear imágenes mentales que refuercen el logro de un giro, un equilibrio, …, movimientos más complejos que para su logro han de combinar la colocación de varias partes corporales simultáneamente (estáticas y/o en movimiento).



